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El Centro Cívico Buenavista (Getafe) acogió el pasado sábado 20 de mayo la Jornada diocesana de Migraciones que, en esta ocasión, estuvo dedicada a analizar los caminos de empoderamiento de la mujer migrante.

El encuentro contó con la presencia del delegado de Migraciones, Fernando Redondo, y el testimonio de varias mujeres migrantes llegadas desde distintos ámbitos geográficos.

En primer lugar intervino la africana Nicole Ndongala, directora de la asociación Karibu, dedicada a la acogida y la solidaridad con y entre migrantes, que ofreció una interesante ponencia sobre la situación de la mujer migrante y las posibilidades de ayuda y mejora que puede encontrar en el país de acogida, en este caso España.

Ndongala destacó que es importante crear lazos y redes y "no dejar todo en manos de los gobiernos y las administraciones".

Después se estableció una mesa redonda con varias mujeres migrantes y moderada por Tusta Aguilar, miembro de la Delegación de Migraciones.

Las ponentes compartieron su itinerario personal de vida, con sus luces y sus sombras, y las diferentes vías de superación tanto de las dificultades externas como de las que nacen de las propias limitaciones personales. Todo contado con sinceridad y hasta cierta crudeza.

"Las mujeres migrantes ya salen de su tierra empoderadas, pero nade te avisa de lo que vas a encontrar aquí. Para las mujeres inmigrantes hay oportunidades que es importante acompañar" relataron.

Después de los testimonios hubo un tiempo para el diálogo donde quedó claro que "el objetivo es crear espacios comunitarios en que capacitarnos y romper con la incertidumbre en que viven muchas personas migrantes, no sólo las mujeres. Por parte del resto de la sociedad necesitamos abrir nuestra mente para acoger sus expectativas".

Señalan desde la Delegación que "las mujeres migrantes ya están desde el principio empoderadas y que el iniciar el camino ya es un signo de empoderamiento" aunque "es importante saber cómo han llegado y qué camino han recorrido para saber cómo curar las heridas".

"Cada persona llega con su mochila y el duelo migratorio nunca acaba. Lo que queda por delante es, sí, tarea de ellas, pero también del resto de la ciudadanía, que debe tomar conciencia del problema y empatizar para crear lazos y redes, para difundir la información, cuya falta es el primer obstáculo con que se encuentran, y para instar a las administraciones y gobiernos a tomar medidas. Tenemos que instar, pero no dejar solo en sus manos los caminos para solucionar estos problemas" subrayan desde la Delegación.