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25/10/2023. El obispo D. Ginés García Beltrán entregó el pasado domingo 22 de octubre las llaves de la Parroquia Santo Domingo de la Calzada (Alcorcón) a su nuevo párroco Fernando Burgaz, en una bella y concurrida ceremonia cargada de simbolismo.

El prelado estuvo acompañado por el arcipreste de Alcorcón, José Juan Lozano, el subdelegado de Juventud, Rubén Herráiz, algunos sacerdotes de la localidad y un gran número de amigos, familiares y fieles que quisieron acompañar a Burgaz en esta nueva etapa de su ministerio.

El prelado, en su homilía, quiso que sus primeras palabras fueran "un recuerdo agradecido a Antonio Yáñez que ha pastoreado hasta ahora esta parroquia en momentos nada fáciles".

"Vengo a presentar a Fernando, que estoy convencido de que va a ser un gran párroco de esta parroquia tan viva y que ha dado tantos frutos vocacionales" dijo.

A través de las lecturas el obispo quiso destacar que la Iglesia "es una y permanece. Estamos celebrando un Sínodo en el que se nos recuerda la importancia de la Iglesia como pueblo, y el servicio de los sacerdotes a este pueblo".

"Fernando viene a ponerse al servicio del pueblo de Dios, mediante la celebración de los Sacramentos, la predicación de la Palabra y el servicio de la caridad en comunión con la Iglesia" subrayó García Beltrán.

El obispo también quiso insistir a la comunidad parroquial que ha acogido a este nuevo pastor en "mantener una fe activa, fuerte, bien arraigada, una caridad comprometida para hacer una esperanza fuerte" y les invitó a llenarse de Dios "no de cosas que dejan el corazón vacío".

"Donde Dios está siempre hay un fruto. Una comunidad viva, cristiana tiene que tener su fundamento en la fe y dar fruto" recordó.

"¡Qué suerte tenéis en esta parroquia de tener la capilla de la Adoración perpetua, la capilla de San José, presencia de Dios en medio de su pueblo donde se le adora 24 horas al día, todos los días del año!" exclamó.

"Junto a esa fe, la caridad, la caridad es lo que nos hace creíbles. La caridad que es la caridad de Dios a través de nuestras manos. Seamos el rostro de un Dios bueno que ama a todos. Esto dará la esperanza que necesita el mundo" declaró D. Ginés.

El prelado concluyó poniendo a la parroquia, a los fieles, a los sacerdotes y a la misión evangelizadora, bajo el amparo de la Virgen María.