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13/02/2024. El vicario episcopal para la Pastoral Caritativa y Social, Aurelio Carrasquilla, presidió el pasado sábado 10 de febrero, la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo en la Parroquia San Pedro Bautista (Alcorcón).

Carrasquilla estuvo acompañado por el delegado de Pastoral de la Salud, Francisco Arias, el responsable arciprestal, Daniel Fabre, sacerdotes de la comunidad franciscana de la parroquia anfitriona, y otros del arciprestazgo de Alcorcón.

Además, se unieron a la celebración ministros extraordinarios de la Comunión y agentes de Pastoral de la Salud.

El vicario para la Caridad en su homilía quiso recordar lo que supuso la pandemia de la Covid para la sociedad -haciendo un paralelismo con la enfermedad de la lepra que narraba el Evangelio- pero en especial para los más débiles, para los enfermos y las personas mayores y que vivían en soledad, destacando el papel que tuvo la Iglesia entonces y ahora de acompañamiento y de cercanía.

"Esta jornada del enfermo acompañados de la Virgen de Lourdes nos ayuda a comprender la importancia que tiene para Jesús la enfermedad" destacó Carrasquilla, añadiendo: "la enfermedad que no entendemos conlleva la marginación y la soledad".

"La Iglesia siempre ha intentado tener una mirada distinta ante los enfermos. Jesús nos da esa lección (...) Él carga sobre sí la enfermedad, las consecuencias del dolor y del sufrimiento" subrayó el vicario.

"En esta jornada os invito a recordar a nuestros enfermos. La enfermedad se va a acercar a nuestra vida en algún momento y podremos llegar a vivir la soledad" continuó.

El vicario también quiso animar a los agentes de Pastoral de la Salud y a los fieles presentes a llevar a Cristo al mundo de la enfermedad: "vosotros que sois visitadores de enfermos sabéis cuánto valoran vuestra compañía, que paséis un tiempo junto a ellos. La iglesia está llamada a romper la soledad y a hacer sentir importantes a las personas".

"La soledad hace que muchas personas quieran acaban con su vida antes de tiempo. Si queremos dar dignidad a las personas les tenemos que transmitir que son queridos, importantes... y al mismo tiempo, cuando nos toca la enfermedad, también tenemos que dejarnos querer" insistió.

"Nadie molesta en este mundo. Nosotros como cristianos y la sociedad tenemos que devolver a todos los enfermos lo que ellos antes han contribuido, lo que han construido. Cada vida es un tesoro que hay que proteger desde la concepción, desde el primer momento" añadió.

"La Iglesia tiene que estar presente en la enfermedad, en los hospitales y a través de aquellos que se sienten convocados a cuidar de los enfermos" destacó.

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Después de la celebración tuvo lugar una procesión de antorchas con la imagen de la Virgen de Lourdes por las calles de Alcorcón hasta la Parroquia Santo Domingo de la Calzada.