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Con motivo de la Jornada por la Vida Consagrada hemos hablado con el religioso José Miguel Sopeña, hijo de la Caridad y delegado de la Confer Getafe en la Comisión para la Sinodalidad sobre  esta celebración y la preparación del proceso sinodal.

Señala Sopeña que “el equipo animador de la Confer diocesana, ha propuesto una reflexión, en forma de revisión de vida (ver, juzgar, actuar), para que todas las comunidades lo trabajen y aporten el fruto de su reflexión. Fruto que ya han comenzado a comunicar. Además de participar en todos los cauces que se han abierto en los diferentes arciprestazgos con otros sectores eclesiales”.

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“En la fiesta de la Presentación del Señor, Día de la Vida Consagrada, lo oraremos y celebraremos en una eucaristía presidida por nuestro obispo, en la Catedral” añade.

“Este caminar juntos es un reto permanente. En nuestro caso, en la Diócesis, lo hemos ido concretando, por ejemplo, en proyectos apostólicos intercongregacionales, como el de APLA (proyecto de integración de inmigrantes) en Fuenlabrada o el de SICAR (específicamente para mujeres inmigrantes) en Getafe” explica este religioso Hijo de la Caridad.

La unidad marcada por el papa Francisco la practican al proponer allí donde se encuentran,  “personas y carismas a las parroquias y arciprestazgos, colaborando y trabajando en multitud de espacios con otros laicos (liturgia, catequesis, Caritas, migrantes, mujeres, jóvenes, ancianos, enseñanza). Nos esforzamos para que nuestras parroquias sean lugares de participación, acogedoras, misioneras, bien insertadas en la vida diocesana”.

“Un aspecto fundamental de nuestra sinodalidad es el de la oración. Tanto las comunidades activas como las contemplativas, llevamos en el centro de nuestra vida y nuestra acción, la oración, poniendo en manos del Señor a nuestro mundo y nuestra Iglesia, sus heridas, sueños y esperanzas. En algunos casos, abriendo esos espacios a los que quieran participar” cuenta Sopeña.

“Este caminar juntos no es fácil y a menudo descubrimos dificultades y carencias: en nuestras propias comunidades, en la relación entre diferentes formas de vida consagrada, en la inserción de nuestros carismas en el seno de toda la Iglesia, en la relación entre la vida consagrada femenina y algunos presbíteros en ciertas parroquias… Son llamadas a la conversión que este tiempo percibimos con mayor intensidad y que pedimos al Señor que sepamos acoger y transformar en actitudes y comportamientos cada vez más sinodales”.

En la celebración de la Jornada se subrayará esta llamada a la unidad a través de diversos símbolos y signos que tendrán lugar en el tiempo del ofertorio como testimonio para toda la Iglesia.