ordenados2016

“Todo es verdad”, todo sucedió de verdad: así se puede resumir la vivencia de la piedad popular en la Semana Santa; así se puede decir a los que están alejados y animarles a asistir a los oficios y a las procesiones.

La Semana Santa, sabemos, comienza con el Domingo de Ramos, o Domingo de las Palmas, y termina el Domingo de Resurrección. 

Junto a las celebraciones litúrgicas, hay manifestaciones de piedad popular que recuerdan lo vivido en esa semana: procesiones, representaciones de la Pasión, del Vía Crucis… y todo lo que ahí se presenta o representa es verdad: la Borriquilla –“montado en un borrico”-, -la oración en el Huerto y la Hora Santa– “¿no habéis podido velar una hora?”, -el prendimiento–“¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”, -el Nazareno –“he ahí al hombre: ecce homo!”, -la Soledad, la Dolorosa –“he ahí a tu Madre”-, Cristo Crucificado, el Entierro…

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El 17 de diciembre de 2001 la -entonces- Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos publicó un extenso “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia”.

San Juan Pablo II, en el mensaje a la Plenaria de la Congregación, decía: “La piedad popular constituye una expresión de la fe, que se vale de los elementos culturales de un determinado ambiente, interpretando e interpelando la sensibilidad de los participantes de manera viva y eficaz. La piedad popular que se expresa de formas diversas y diferenciadas, tiene como fuente, cuando es genuina, la fe y debe ser, por lo tanto, apreciada y favorecida. En sus manifestaciones más auténticas, no se contrapone a la centralidad de la Sagrada Liturgia, sino que favoreciendo la fe del pueblo, que la considera como propia y natural expresión religiosa, predispone a la celebración de los Sagrados misterios”.

“En relación con la Semana Santa –se lee en el Directorio-, el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular”.

Este es el deseo de las Juntas de Gobierno y Directivas: ser hermanos y cofrades todo el año; de ahí el esfuerzo constante por organizar celebraciones litúrgicas y actividades formativas, peregrinaciones, visitas culturales, etc.; se organiza, por ejemplo, algún tipo de retiro para los anderos o costaleros, antes de procesionar.

No es una cuestión menor la eficacia evangelizadora de la piedad popular y de las Hermandades y Cofradías; recordemos el carácter catequético de las imágenes, pinturas, retablos, vía crucis… eso significan, también, los pasos, los tronos, los penitentes.

Así el grito de un hermano Mayor, en Parla al comenzar, la procesión: “Vamos a sacar a Nuestra Madre a la calle para que la vean los que no vienen a la Iglesia”.

Como puede suceder en la procesión del Corpus, se dan, a veces, auténticas conversiones al ver pasar las imágenes.

Son tradiciones que se transmiten de padres a hijos.

Y un esfuerzo ponen, también, estas asociaciones públicas de fieles en que se incorporen jóvenes; de ahí que no falte, entre los vocales, uno de juventud.