ordenados2016

Tras 12 años al frente de Cáritas Diocesana Enrique Carrero da paso a una nueva generación y cierra una etapa de compromiso firme con la entidad eclesial.

Hemos querido conocer cómo ha sido para él esta etapa al frente de esta institución caritativa de la Iglesia.

Al hacer memoria de esta etapa destaca la intensa actividad que ha llevado a cabo con el apoyo de la oración y que le han permitido renovar estructuras, poner en marcha otras nuevas y conseguir una gestión de los recursos y del personal de la institución mucho más eficiente, con el objetivo de mejorar el servicio a los más necesitados.

¿Qué balance haces de estos 12 años?

Desde el punto de vista personal, han sido años de intensa actividad. Creo no haber escatimado en tiempo, esfuerzo, corazón y mente puestos al servicio de esta misión. Un trabajo en el que he tenido necesidad de tomar muchas decisiones. Alguna de ellas bastante delicada, por lo que es muy conveniente rezar y discernir para que el Espíritu Santo te ilumine. Me gusta pensar que es como llevar el timón de una nave que ha de seguir un rumbo y llegar a un destino. Fuertes vientos, a veces, te desvían de la ruta; pero si te paras, te informas, reflexionas y rezas, siempre estás a tiempo de corregir y retomar el rumbo. Creo que en estos años siempre he tenido claro cuál era la meta. 

¿Cuáles han sido los principales retos que has tenido que afrontar?

El primero fue aterrizar, es decir, comprender la organización y sus necesidades. A continuación, vinieron otros: mejorar la gestión de las residencias de mayores para facilitar su viabilidad económica y funcional; renovar la dirección de la Escuela de Formación Profesional para hacerla crecer y afianzar su eficacia; reforzar nuestros recursos de servicio y acompañamiento a los arciprestazgos y a Cáritas parroquiales; construir unas oficinas para nuestra nueva sede y acondicionarla con el fin de centralizar nuestros servicios; iniciar y ubicar nuevos programas, dar cabida a actividades con el voluntariado y, en definitiva, dar mayor eficacia a nuestro trabajo. Y, por supuesto, todos esos pequeños y grandes retos que se presentan día a día en la tarea de liderar una organización y unos equipos humanos.  

¿Te costó mucho tomar la decisión de dejar el puesto?

Ha sido una decisión meditada y compartida. ¡Hombre!, la parte emocional siempre está ahí. Pero,gracias a Dios, no tengo apego a los cargos. Al contrario, pienso que la renovación es buena y necesaria. Cuando acepté el encargo de la dirección, entendí que era un servicio que el Señor me pedía. Y así lo he entendido durante todo este tiempo. Ahora pienso que me pide que le sirva de otra forma. Así que lo dejo con mucha paz.