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El obispo auxiliar, D. José María Avendaño, presidió el pasado martes 27 de junio en el Centro San Juan de Dios, en Ciempozuelos, una celebración eucarística en la que el hermano Javier Valencia O.H. recibió los ministerios de lectorado y acolitado.

Mons. Avendaño estuvo acompañado por los hermanos hospitalarios Amador Hernández, O.H, provincial de España, y Benigno Ramos, O.H. secretario provincial, los capellanes del centro, Farid, Abraham y José, sacerdotes de Ciempozuelos y de otros lugares de la Diócesis, diáconos y seminaristas.

Además, asistieron compañeros de estudios de la Facultad de Teología San Dámaso, hermanos de San Juan de Dios, familiares y amigos, que querían acompañar a Javier en este momento tan significativo espiritualmente.

A partir de ahora, como ministerio propio, el Hermano Javier podrá proclamar las lecturas no evangélicas y el servicio del altar y como le dijo D. José María Avendaño "con la entrega de la Palabra y la Patena, estará al servicio de la Palabra de Dios, y al servicio al servicio del altar, el presidente de la celebración y los otros ministros".

Desde la comunidad de San Juan de Dios señalan que este "es un momento de especial alegría" y que "están unidos en oración al hermano Javier, a quien acompañarán en su preparación al diaconado".

El hermano Javier, nacido en Jerez de la Frontera en 1959, es el mayor de siete hermanos. Sintió que el Señor le llamaba a esta vocación de servicio a los enfermos y necesitados en la Orden de San Juan de Dios que conoció en Sevilla y se trasladó a Madrid para ingresar como postulante a la edad de 18 años.

Allí realizó su formación religiosa y al mismo tiempo estudió Enfermería en la Universidad Complutense de Madrid.

La orden le encargó las tareas de formación de los nuevos hermanos en la pastoral vocacional y en el noviciado.

Respondiendo a su inquietud misionera se trasladó a Perú y a Ecuador, donde permaneció durante quince años desarrollando también tareas de formación de hermanos y catequistas y atendiendo a enfermos y a personas necesitadas, como marca el carisma hospitalario.

Al fallecer su padre regresó a España para estar más cerca de su madre y continuar con la vocación sacerdotal que había surgido mientras estaba en misión.

En Perú realizó dos años de Teología que le convalidaron en la Universidad San Dámaso (Madrid) y le permitieron seguir formándose para ser un futuro presbítero de la Iglesia.

Javier explica que “en la orden de San Juan de Dios los sacerdotes son una minoría, un 10%,  y se planteó su vocación sacerdotal al ver el ejemplo de otros hermanos presbíteros y la necesidad que de ellos había en tierra de misión y también como una manera mejor de servir a la Orden y a la Iglesia ”.

Esta nueva etapa que ahora comienza con la concesión de los ministerios de lector y acólito también la afronta con actitud de servicio: “una posibilidad de servir mejor a la Iglesia y también de ir ‘entrenándome’ para cuando sea sacerdote”.

“Me queda un año para terminar Teología y, como sacerdote espero tener la capacidad de poder servir a enfermos y personas necesitadas y a sus familias y también a mis hermanos con la celebración de los Sacramentos” manifiesta.

“Estoy al servicio de Dios con mi vida y mi palabra” añade.

Según la tradición de la Iglesia, los ministerios de lector y de acólito son formas de servicio vocacional que se confieren mediante un acto litúrgico del obispo a personas bautizadas y confirmadas que han recibido una adecuada preparación. 

El lector es el que proclama las lecturas de la Sagrada Escritura en la liturgia, excepto el Evangelio, y puede también guiar la celebración de la Palabra de Dios.

El acólito es el que ayuda al diácono y al sacerdote en el altar, distribuye la comunión como ministro extraordinario y expone el Santísimo Sacramento para la adoración. 

Estos ministerios expresan el sacerdocio bautismal de todo el pueblo de Dios y se distinguen de los ministerios ordenados del obispo, el presbítero y el diácono, que actúan en la persona de Cristo Cabeza. En armonía con la tradición de la Iglesia, la institución de lector y de acólito está reservada a los varones, aunque el Papa Francisco ha abierto recientemente la posibilidad de que las mujeres accedan a estos ministerios con un mandato formal y estable.