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24/08/203. El pasado 24 de agosto cinco diocesanos se han incorporado a la Asociación de Siervos del Sufrimiento, que pertenece al Instituto Secular del mismo nombre: Javier López, Begoña Rosado, María del Carmen Magán, María del Carmen Palacios y Eva Camarero. Han realizado la incorporación al periodo de prueba y las promesas definitivas por las cuales entran a formar parte plenamente de esta realidad de la Iglesia a la que pertenecen tanto laicos, como sacerdotes y familias que buscan vivir la espiritualidad que san Pio de Pietrelcina transmitió al padre Pierino Galeone.

El acto se celebró en San Giovanni Rotondo (Italia) y fue presidido por el superior general del Instituto secular de los Siervos del Sufrimiento, padre Giussepe Carrieri, acompañado, entre otros, por el sacerdote de la Diócesis de Getafe, Isaac Parra, párroco de Santos Justo y Pastor (Parla), delegado para las Misiones de este Instituto y asistente espiritual de esta comunidad.

Explica Isaac Parra que “en el periodo de prueba se pide poder vivir de cerca la experiencia de la Asociación, y conocer desde dentro su carisma y espiritualidad en el periodo de un año, trascurrido el cual pueden realizar las promesas temporales si desean continuar”.

“Después, por un periodo de dos años, hacen la promesa temporal de obediencia, castidad y pobreza según el propio estado de vida. Una vez pasados los dos años realizarán las promesas definitivas” subraya.

Begoña Rosado, que ha realizado su promesa definitiva expresa que “ser Sierva del Sufrimiento es dar un paso hacia adelante frente a la cruz de Cristo. Es la entrega del corazón y la vida por ser una simple obrera fiel de estos tiempos”.

Mi promesa definitiva a Dios es un “ sí “ a lo que el Señor quiera para mi vida y con ello, para la salvación de las almas” asegura.

Este es el sentimiento que expresa también Carmen Magán, quien, hasta hace pocos años, no había oído hablar de este carisma de la Iglesia: “he encontrado un lugar donde poder vivir el sufrimiento, en una comunidad de hermanos que me sostienen y acompañan, y viviendo así, puedo acompañar y sostener a otros que sufren, incluso, sin que sean conscientes de nuestra existencia y nuestra oración por ellos”.