- El obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, y el obispo auxiliar, Mons. José María Avendaño, han acompañado el XIX Encuentro de Verano para Familias
- Oración, formación y convivencia han marcado dos semanas en las que niños, jóvenes y matrimonios redescubren cada año la alegría de vivir la fe en familia
Getafe, 2 de septiembre de 2025. La Casa diocesana de Espiritualidad San Manuel González, en Málaga, ha sido durante la segunda quincena de agosto el hogar temporal de cientos de familias de la diócesis de Getafe que han participado en el XIX Encuentro de Verano para Familias de “El Familión”.
En total, 150 familias, con alrededor de 330 niños, junto a sacerdotes, seminaristas y monitores, han compartido días de oración, formación y convivencia en un ambiente marcado por la alegría y la comunión.
El obispo auxiliar de Getafe, Mons. José María Avendaño Perea, acompañó la primera semana del encuentro, mientras que en la segunda lo hizo el obispo diocesano, Mons. Ginés García Beltrán, junto al arzobispo emérito de Granada, Mons. Francisco Javier Martínez.
“Una bendición para toda la diócesis”
Para el obispo de Getafe esta semana ha sido “una explosión de familias, una explosión de niños, de adolescentes, de jóvenes y también de matrimonios, que es la base de la familia. Es una alegría, es una bendición”.
García Beltrán ha destacado que este encuentro es un regalo espiritual: “Damos gracias al Señor por lo que nos regala cada día y que aquí lo vemos y aquí lo experimentamos”.
“Una bendición para toda la diócesis de Getafe, una bendición para cada familia que encomendamos muy especialmente a la protección de la Virgen María, Madre de las Familias”, ha subrayado.
Por su parte, el obispo auxiliar, Mons. Avendaño Perea, manifiesta que en “las jornadas de El Familión se ha compartido convivencia y formación en torno al valor cristiano de la familia y de la vida”.
“Han sido días de encuentro fraterno, en un clima festivo, de descanso, oración y celebración, para dar gracias a Dios por el don de la familia, renovar la vocación al amor que brota del sacramento del matrimonio, descubrir la grandeza de los hijos como bendición de Dios, y el cuidado con esmero de los abuelos”, añade.
El auxiliar asegura que “los participantes han valorado los espacios de reflexión, los testimonios y la celebración de la fe asi como los momentos de convivencia y alegría compartida”.
“Desde la diocesis de Getafe, tanto Mons. Ginés, el obispo diocesano, como yo, damos gracias a Dios por este encuentro y por tantas familias que con sencillez y fidelidad viven la fe en lo cotidiano y transmiten a sus hijos la alegría, la fortaleza y valentía del Evangelio. Para ser misioneros en la vida de cada día”.
Testimonios que iluminan
Las familias participantes han expresado cómo esta experiencia marca su vida cotidiana. Joaquín, su esposa y sus cuatro hijas han repetido por séptimo año consecutivo: “Hemos disfrutado muchísimo; El Familión nos da lo que nos falta para llegar a lo más alto, el cielo”.
Mary Lu Munro, de la parroquia Santo Cristo de la Misericordia en Boadilla del Monte, ha explicado que en esta convocatoria familiar “se nos reta a ser santos, pero con la libertad de estar donde estás y progresar desde donde estás”. Y añade: “Pertenecemos a esta gran familia de familias. Allí tenemos la libertad para ser quienes somos, con nuestros defectos y virtudes, pero también en la llamada a crecer en santidad”.
Los jóvenes también viven intensamente la experiencia. Rodrigo, uno de los monitores, relata: “Es un regalo poder encargarme de que los niños disfruten y estén cerquita del Señor”.
Para el seminarista Juan Beamonte, el encuentro es único: “Aquí aprendemos lo que es el verdadero descanso: descansar en comunidad, juntos y poniendo al Señor en el centro. Disfrutar de la vocación, vivir apasionado y vivir con el Señor en el centro aquí es el mejor sitio para aprenderlo”.
Una Iglesia que camina en familia
A lo largo de cada semana, el programa diario alterna tiempos de oración –con la Eucaristía, la adoración y el rezo del Rosario– con espacios formativos y lúdicos, excursiones y actividades en común. Todo ello con un único objetivo: reforzar los lazos familiares y poner a Cristo en el centro de la vida cotidiana.
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