moralesnewebEn todos los países donde está la Cruzada Milicia se está  conmemorando el XX Aniversario de la partida al Cielo del Padre Tomás Morales. S. J.
Las cruzadas, en España, lo celebramos  el 20 de septiembre en Navarredonda de Gredos (Ávila). Asistieron unas 650 personas: cruzadas, militantes, juveniles, familias, amigos, sacerdotes.
La jornada comenzó a las 11:00h con varios testimonios: una familia, varias militantes, residentes y alumnas de Universidades donde están las cruzadas; testimonio de la Rectora de la Universidad de Ávila; intervención de Mariví, postuladora de la Causa y las palabras de Lydia, Directora General del Instituto Cruzadas de Sta María. Estos testimonios estaban intercalados con episodios del nuevo vídeo sobre las Cruzadas de Santa María (su fundador, quiénes son las cruzadas, su misión en las distintas realidades temporales, el voluntariado en España, América y África… su apostolado- la Milicia de Santa María con sus distintas actividades;  las familias…)
Presentaba el acto el periodista Javier Visiers profesional de la cadena COPE de Radio.
Los niños, mientras, participaban en su programa de juegos y gymkana por el jardín, cuidados por varias cruzadas y jóvenes que ayudaban como monitoras. Pudieron conocer el nuevo libro infantil sobre el Padre Morales, con texto e ilustraciones de Marta Gaspar, cruzada, y titulado “Quiero ir al cielo”.
A las 12:30h tuvo lugar la Santa Misa en la Capilla de la Visitación de Navarredonda presidida por el obispo de Ávila, D. Jesús García Burillo que animó a trabajar por dar frutos de santidad y a seguir caminando por la senda que nos trazó el padre Morales. Al término de la Misa tuvo lugar el acto de consagración de los niños a la Virgen. 
Después de la comida se tuvo el festival, a las 16:00h, donde las militantes estrenaron su Musical sobre la Milicia “Creo en la Juventud”,  en el que resaltaban el espíritu de Milicia, el Padre Morales y el nacimiento de  sus obras y la importancia de la unión de Cruzadas y militantes para seguir adelante con este precioso carisma. También participaron los niños cantando una canción con gestos. Y por último hubo varias actuaciones musicales. El día se terminó cantando la Salve a la Virgen.

 

XX aniversario de la partida al cielo del siervo de Dios P. Tomás Morales Pérez, S.I. (Macuto-Venezuela, 30-10-1908; Madrid, 1-10-1994).
 
            Veinte años son pocos. Para quienes le conocimos, ¡nos parece ayer!
El siervo de Dios no es un antepasado, continúa siendo lo que fue en vida: un Padre, un maestro, un amigo, del que Kempisescribe que se encuentra una vez en la vida, de quien se puede uno fiar por completo y volcar en su corazón compresivo todo lo que hay en el alma, porque se está seguro de que aliviará en las penas, consolará en las tristezas, aconsejará en las dudas, fortificará en la debilidad y se alegrará en las alegrías del alma.
¿Se puede decir algo más? Ciertamente. Buscó apasionadamente el conoci¬miento, amor e imitación de Cristo, lo transmitió principalmen¬te a través de incontables tandas de ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, y fue un enamorado de la fuerza contemplativa de santa Teresa de Jesús: son los pilares de la espiritualidad que infundió como alma de todo apostolado en palabras de S.E.R. Mons. Mario Tagliaferri, Nuncio apostólico en Madrid, en la misa del funeral el 13-10-1994.

Celebraremos este XX aniversario del nacimiento del P. Morales para el cielo junto a santa Teresa de Jesús. ¡Feliz providencia para quien fue un contemplativo en la acción, dirigió decenas de vocaciones a la vida contemplativa en monasterios, especialmente a la Orden del Carmen, bebió y dio de beber a cuantos se acercaban a él, de las fuentes de la espiritualidad carmelitana!
       Así fue el siervo de Dios, fundador. Fundador de unas obras que permanecen vivas, que son su presencia y su memoria hoy en Europa –en nuestra Diócesis de Getafe, entre otros lugares-, en América, en África: dos institutos seculares (Cruzados de Santa María y Cruzadas de Santa María), la asociación de familias, Hogares de Santa María, y la asociación de jóvenes, Milicia de Santa María.
En esas obras llega a la madurez su semblanza espiritual, apostólica y eclesial; en ellas dejó la impronta de un creciente dinamismo apostólico, la misión fundamental de su vida: especialmente la evangelización de los jóvenes.
            Cinco años después de su muerte, se abrió su causa de canonización en la Archidiócesis de Madrid. Desde entonces, nos ha acompañado y guiado en la misión apostólica que nos dejó como legado. Lo sentimos compañero de viaje en su misma aventura carismática, en su pasión educativa por los jóvenes, en su ardiente trabajo por promover la participación y corresponsabilidad de los laicos en la vida y en la misión de la Iglesia.
            Este aniversario tendrá, efectivamente, sentido si constituye una vibrante interpelación, que no deje fríos o neutros a quienes estamos interesados sinceramente por el destino de los jóvenes, de la juventud de hoy y del mañana. Si permite saber escuchar la llamada – ¡a veces el grito!– de los jóvenes de todo el mundo para acceder a una vida humana y espiritualmente digna. Si estimula la creatividad de la generación adulta para colaborar con los jóvenes en la búsqueda de respuestas significativas a sus necesidades actuales. Si ayuda a conocer y a comprender mejor la figura del siervo de Dios, su relevancia en el hoy de la Compañía de Jesús y de la Iglesia, su espiritualidad, su actividad, sus principios educativos: nada de ello es propiedad privada de sus fundaciones, sino un don del Espíritu a la Iglesia y a la sociedad. Si aviva en quienes forman parte de las Obras fundadas por el P. Morales la búsqueda de esa gran belleza que es la llamada a la santidad, para que den muchos frutos para la Iglesia y la sociedad. 
A Dios damos gracias por esa oportuna y genial aportación del siervo de Dios a la pastoral del s. XX, por su obra dirigida constantemente al corazón y a la mente de los jóvenes; por su mensaje, punto de referencia seguro y valiente en la vida de fe.
Él nunca se cansó de animar a los jóvenes, con palabras de san Juan Pablo II, a «abrir de par en par las puertas a Cristo», porque estaba convencido y persuadido de que la juventud, aun entre dudas e incertidumbres, tiene una insaciable e innata sed de la verdad. Es hora de caminar, pues.