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Un total de 270 peregrinos, de todas las edades, han participado en el Vía Crucis por las almas del purgatorio que se celebró en la noche del cinco al seis de marzo, organizado por la Asociación de Devotos de Santa María de la Cruz.

En esta ocasión los peregrinos  provenientes de distintos municipios de dentro y fuera de Madrid, han portado hasta el Santuario de Santa María de la Cruz, en Cubas de la Sagra, sus cruces personales y, especialmente las de los fallecidos en la pandemia, los enfermos físicos, espirituales, y el dolor por el conflicto y la matanza de inocentes en Ucrania así como la inquietud por sus seres queridos. 

Siguiendo la visión de la venerable Sor Juana de la Cruz, ‘la Santa Juana’ - así conocida por sus innumerables y comprobados dones, estigmas de Cristo, don de lenguas, don de visión de almas y cuerpo incorrupto- este año seis grupos de peregrinos han realizado este Vía Crucis penitencial acompañando a la Virgen en su rescate por las almas del Purgatorio. 

Los fieles caminantes han partido desde las ermitas de la Santa Juana en Numancia de la Sagra y del Cristo de la Viga de Ugena (Toledo); y desde las parroquias de Nuestra Señora del Pilar (Valdemoro), Santos Justo y Pastor (Parla), Sagrada Familia y La Anunciación (Fuenlabrada), portando velas encendidas que iluminaban sus pasos en la madrugada, peregrinando y rezando las catorce estaciones con las cruces de madera que los voluntarios habían ubicado previamente en el campo.

Tras la penitencia de sueño, frío, cansancio, pero con el alma encendida en Cristo, han podido depositar estas velas en la Casa de la Virgen, en Cubas de la Sagra, junto a las coronas de flores y las cintas con sus intenciones.

Al mismo tiempo que los peregrinos cumplían sus etapas, otros fieles adoraban al Santísimo a puerta cerrada durante toda la noche en el Santuario pidiendo por las intenciones remitidas por quienes no podían peregrinar.

La peregrinación culminó con una eucaristía presidida por el vicario episcopal de Apostolado Seglar que concelebró junto a Jorge Revuelta, párroco de Valdemoro y Gustavo Gil, párroco de la Anunciación de Fuenlabrada y que puso el broche de oro a una noche de oración, penitencia y devoción.