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El obispo D. Ginés García Beltrán presidió el pasado sábado 11 de febrero la fiesta de la Virgen de Lourdes en la Parroquia San Pedro Bautista, en Alcorcón, acompañado de la comunidad franciscana, representantes de pastoral de la salud y de centenares de fieles llegados desde todas las parroquias de la localidad, que se sumaron a la celebración arciprestal y que llenaron el templo.

 

 

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En su homilía el prelado diocesano comenzó explicando la importancia de las apariciones de la Virgen y en concreto de Nuestra Señora de Lourdes “que hoy nos convoca aquí” y cómo María se suela aparecer a los más pequeños, a los que el mundo rechaza, como sucedió con Santa Bernardita.

“La Virgen es colaboradora con Dios en la obra de la redención (…) María se presenta ante la petición de Santa Bernardita y le dice ‘soy la Inmaculada Concepción’ (…) los franciscanos siempre se han distinguido por la defensa de este dogma” fue relatando D. Ginés.

“Celebrar hoy a María es celebrar a la Madre de esta casa y lo hacemos en la Jornada Mundial del Enfermo” continuó añadiendo “hoy estamos aquí los fieles de las doce parroquias de Alcorcón, para ponernos delante de la Virgen y pedirle por tantas personas que padecen la falta de amor, la exclusión social, las heridas del corazón”.

En referencia a las lecturas del día, el obispo insistió en la importancia de elegir el bien, luchar contra el mal y la muerte “el bien es posible, está en nuestras manos, porque Dios ha puesto en nuestros corazones el bien mismo” e invitó a seguir el ejemplo de la Virgen que “libremente eligió a Dios y su voluntad”.

También quiso insistir D. Ginés en que esa elección entre el bien y el mal se nos presenta hoy en día en la sociedad, cuando una ley pretende negar el don precioso de la vida, “un don que nace de Dios y que ninguna ley puede anular. Toda ley que vaya contra la vida es inmoral”.

“Hay que acoger, celebrar y aceptar la vida. Los débiles no pueden ser aplastados por aquellos que pueden más” insistió haciendo referencia a los enfermos cuya Jornada se celebraba también el sábado 11 de febrero.

“Si alguien tiene que estar en el centro de la sociedad y la vida tienen que ser los enfermos, los más débiles” subrayó porque los cristianos estamos llamados a hacer el bien “el cristianismo no es una moral de mínimos sino de máximos”.

“Después de la misa vamos a salir a la calle rezando el Rosario como se hace en Lourdes, manifestando nuestra fe. El Rosario es acompañar los misterios de la vida del Señor desde los ojos y el corazón de María” concluyó el prelado.

Tras la misa tuvo lugar una multitudinaria procesión de antorchas con la imagen de la Virgen de Lourdes desde la Parroquia San Pedro Bautista hasta la de Santo Domingo de la Calzada.