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La comunidad de Comunión y Liberación en la Diócesis de Getafe celebró su habitual encuentro de fin de curso el pasado domingo 18 de junio en el Colegio internacional Kolbe (Villanueva de la Cañada), que contó con la presencia de Jesús Carrascosa, responsable nacional de este movimiento eclesial en España.

El acto, en el que participaron unas 150 personas, fue presentado e introducido por José Fernández Crespo, responsable diocesano de la Fraternidad de CL en Getafe. Crespo insistió en el carácter totalizante del carisma de Comunión y Liberación, “que implica el carácter inseparable de la experiencia personal en el camino del movimiento y la responsabilidad educativa que cada uno de los integrantes de CL tiene en sus diferentes comunidades (Brunete, Fuenlabrada, Getafe, Móstoles, Parla, San Martín de la Vega y Villanueva de la Cañada)”. 

“Eso significa afrontar la realidad a través de las tres dimensiones que se viven en el movimiento: cultura, caridad y misión, favorecidos por los instrumentos como la escuela de comunidad, la caritativa y los grupos de fraternidad” subrayó. 

Tras esta introducción se sucedieron tres testimonios. Eduardo Tolosa, un vasco afincado en Getafe, narró su encuentro con el carisma de CL a través de una revista que cayó en sus manos cuando por motivos de trabajo tuvo que trasladarse a Italia, país de origen del fundador de CL, Luigi Giussani. 

El impacto de aquellas lecturas le acompañó siempre, de modo que al volver a Vitoria intentó ponerse en contacto con la sede del movimiento en Madrid. Aunque la primera respuesta que recibió no le satisfizo del todo, nunca olvidará que al poco tiempo recibió la llamada de dos “amigos de CL” que se presentaron en Vitoria para conocerle.

Con el paso de los años acabó en Getafe, siempre acompañado de aquella revista que encontró en Italia, y acabó conociendo a varias personas que seguían el carisma de Luigi Giussani. Aunque al principio no se adhirió, nunca dejó de seguir el “hilo rojo”, como “el hilo rojo que dicen que tiene la mecha de la armada británica, para recordar a los soldados por quién luchaban. Del mismo modo, yo me he limitado a seguir ese hilo rojo que iba encontrando en estas personas, haciendo memoria de Aquel que los ponía en mi camino”.

Le siguió Gema Ferrón, viuda y madre de dos niños, que compartió su historia de lucha en la fe. 

“¿Cómo abrazar la realidad cuando no hay quien la abraza de tanto que duele? Solo de la mano del Señor, pero de una mano carnal” relató. 

Gema contó la inmensa soledad que la abrumó tras la muerte de su marido, abriendo una herida que la hizo buscar denodadamente una compañía que la sostuviera y le mostrara el sentido de la fe que ella había recibido de pequeña y había redescubierto durante los años de enfermedad de su marido. 

“Antes siempre le pedía al Señor que no me soltara. Ahora le pido que no me deje soltarme” compartió.

El último en intervenir fue Ángel Mel, padre de familia y uno de los fundadores del Kolbe, que narró la historia de amistad de la que nació este colegio. 

“Lo que más me apremia decir hoy es que todo nace de un encuentro que te cambia la vida”, señaló. 

La aventura de poner en pie un colegio la definió con una cita del Calígula de Camus, en uno de los diálogos literarios más citados por don Giussani: “Sed realistas, pedid lo imposible”. 

Mel insistió en que “solemos poner las dificultades delante de nuestros deseos, cuando estos están antes cronológicamente, pero enseguida los calificamos de imposibles, cuando lo que hace interesante la vida es jugar a este nivel en el que tú no controlas, pero tu corazón vibra. Pero vivir a este nivel requiere una energía que es imposible mantener si estás solo. La energía necesaria para vivir al nivel del corazón solo nace de la dimensión comunitaria. Si uno está solo, entonces sí que es imposible”.

 

Al concluir el encuentro, Carras (como todos llaman a Jesús Carrascosa) reaccionó diciendo: “lo que más me impacta es la fuerza que da Cristo para afrontar situaciones muy difíciles, que serían imposibles de afrontar. Pero Él es más fuerte que cualquier adversidad y cuando lo ves en acto te das cuenta de que la fe no es una teoría, sino una vida”. 

El responsable nacional de CL destacó que la importancia del carisma de Giussani radica en “vivir la esencia de la Iglesia, que es la comunión. Y cuando la comunión es verdadera, nos hace libres, nos permite vivir el ciento por uno, genera liberación”, dijo en referencia al nombre del movimiento, Comunión y Liberación. 

 

Insistió en la importancia de una educación en la fe que permita mirar siempre el propio corazón como lo hace la Biblia, como la impronta de Dios que hace que el hombre no deje de buscar ese “imposible” que su corazón grita, incluso en situaciones extremas. 

Ese grito del corazón que remite a Dios es lo que Giussani llamaba “sentido religioso”, y es el punto de partida de su método educativo. 

“La fuerza del sentido religioso es lo que no nos deja conformarnos con las migajas que nos ofrece el mundo y buscar siempre el significado de la realidad. Lo más importante de nuestros grupos de Fraternidad, de nuestra presencia, es esta conciencia de la que nace la unidad, que no es algo que podamos generar nosotros, sino que reconocemos delante de una vida deseable, como hemos visto hoy”.