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El obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, presidió el pasado domingo 23 de octubre, la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, en la Catedral Santa María Magdalena, que fue transmitida por la 2 de TVE (https://www.rtve.es/play/videos/el-dia-del-senor/catedral-de-getafe-santa-maria-magdalena/6719675/).

El prelado estuvo acompañado  por el director nacional de Obras Misionales Pontificias, José María Calderón; el delegado diocesano de Misiones, Juan José Alonso; por el clero parroquial, y por tres  de los misioneros diocesanos: Paul Schneider, que evangeliza en Lagarba (Etiopia); Antonio Soler, que lleva a Cristo en la misión de Maputo (Mozambique) y el padre Nicasio que durante muchos años trabajó en América Latina.

En su homilía el obispo quiso destacar el ser misionero de la Iglesia y de cada cristiano: “ser testigos del Señor en cualquier lugar y parte del mundo, como dice el lema de la Jornada” 

“Un cristiano lleva en el ADN el ser misionero” comenzó D. Ginés y “por eso hay hermanos que dejan todo para ir a anunciar el Evangelio. Solo les mueve Jesucristo. Llevar a Cristo y que nadie se prive del gran don de Jesucristo”.

“El Domund es un termómetro de nuestra propia fe. Nos ayuda a preguntarnos cómo es esta: si misionera o acomodaticia y comodona. Nos permite ver cómo anda mi corazón misionero, cómo ando yo del anuncio y la propagación de la fe” continuó.

El obispo pidió a los cristianos que asuman su condición de misioneros, porque —dijo— “Cristo no puede ser solo para mí, tengo que anunciarlo a los demás”. 

D. Ginés, que en muchas ocasiones ha manifestado su preocupación por la gran cantidad de personas que aún no conoce a Dios en la Diócesis de Getafe, insistió en que “hoy hay misión también en nuestros barrios, en estas grandes ciudades que no conocen a Dios. Todos podemos y tenemos que ser misioneros: en nuestras familias, en el trabajo, en nuestras relaciones humanas… Todos podemos llevar el Evangelio a los demás con nuestras palabras, nuestro ejemplo, nuestro testimonio de vida”.

Pero hay que hacerlo, advirtió, siendo conscientes de que el sujeto de la misión es la Iglesia y de que no podemos predicarnos a nosotros mismos sino a Jesús. “Esta es la tentación en la que podemos caer, la de predicarnos a nosotros mismos. Y entonces la evangelización no da fruto. La evangelización es obra del Espíritu Santo, el que mueve el corazón de cada uno de nosotros”, concluyó.