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La Adoración Nocturna Española (ANE) de la Diócesis de Getafe celebró el pasado viernes 16 de junio la tradicional Vigilia de Espigas, en acción de gracias a Dios por los logros del trabajo humano, coincidiendo con la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, lo que propició se viviera con especial alegría y devoción.

Los adoradores salieron en procesión de la Ermita de Belén, sede de la Capilla de Adoración Perpetua de Fuenlabrada, rezando el Rosario hasta llegar a la Parroquia Santa Ana, donde el vicario general, Javier Mairata, acompañado por el director Espiritual de ANE, Ignacio Orbe, y el párroco de San Francisco y Santa Clara, Antonio Romero, celebró la Eucaristía.

Mairata estuvo acompañado además por un nutrido grupo de fieles y de los miembros de una decena de secciones de ANE de distintas localidades de la Diócesis, y de la adoración perpetua.

En la homilía el vicario general comentó que actualmente tener un tiempo de adoración al Santísimo es "muy habitual en parroquias, asociaciones y movimientos", pero hace bastantes años eso era "raro y desconocida por muchos".

"La adoración nocturna desde su fundación, siempre ha tenido la adoración al Santísimo como el centro de su espiritualidad" señaló.

Además, quiso destacar la celebración del centenario de la inspiración divina que recibió Santa Maravillas de Jesús, para que fundara un carmelo en el Cerro de los Ángeles y recordando su mensaje de que "España se salvará por la oración".

"Es una esperanza grande, se salvará sin condiciones, y será por la oración" añadió el vicario general.

Al término de la misa se establecieron dos turnos de adoración. Mientras un turno adoraba, el otro compartía un ágape, realmente fraterno, en el que se comunicaron experiencias y conocimientos sobre la parroquia y la Adoración.

Al término de la Vigilia, gran número de fieles acompañaron al Santísimo en procesión, bajo Palio, por las calles de Fuenlabrada, haciendo un alto en el camino, donde, en la oscuridad de la noche se procedió a bendecir los campos y llevar la luz de Cristo a los hombres.

Al regreso a la parroquia, se impartió la bendición final y se entonó un canto a la Virgen.

Cabe destacar que la acogida de los feligreses de Santa Ana, con su párroco, Dimitri Armejo, fue calurosa y entrañable, con el templo presidido por una impresionante imagen de Cristo crucificado, y bellamente engalanado con flores.