¡Hola familia querida!, nos encontramos nuevamente para seguir dialogando en la fe con san Juan Pablo II, quien nos decía en el programa anterior que “Somos totalmente de Dios, con la alegría de prolongar, cada uno según su propia vocación, la presencia, la palabra, el sacrificio y la acción salvífica de Cristo”. Hoy le preguntamos ¿Cuál debe ser el espíritu que anime nuestro apostolado? Le escuchamos:
“Vivid en la esperanza, sin dejaros vencer por el desaliento, por el cansancio, por las críticas. Es el Señor quien está con vosotros, pues os eligió como instrumentos suyos para que deis mucho fruto y vuestro fruto perdure (cf. Jn 15, 16).
Cuantos trabajáis como «agentes de pastoral» encontraréis sin duda en la catequesis un campo concreto de acción evangelizadora para la renovación eclesial. Una catequesis bien orientada es la base para una vida sacramental, personal, familiar y social, pues toda acción apostólica y especialmente la catequesis está «abierta al dinamismo misionero de la Iglesia» (Catechesi Tradendae, 24).
A todos os invito a trabajar juntos para una evangelización permanente. ¡Iglesia de Cristo! «Levántate y resplandece, porque ha llegadο tu luz, y la gloría del Señor alborea sobre ti» (cf. Is 60, 1).
El Señor se manifiesta en su misterio de la cruz y de la resurrección; El resplandecerá con la luz de la verdad para llamar a todos los pueblos con la fuerza del Espíritu: «Los pueblos caminarán a tu luz» (Ibíd., 60, 3).
¡Cómo pido a Dios que la Iglesia camine en la luz de Cristo! ¡Caminad firme, decididamente; el Señor os tiene de la mano y os iluminará con su luz! (Sal 91, 12).
Cuando las sociedades de la abundancia y del consumo atraviesan una grave crisis de valores del espíritu, la Iglesia fiel a Cristo, podrá ser luz que ilumine al mundo para que camine por el sendero de las virtudes humanas y cristianas, que son el verdadero fundamento de la sociedad, de la familia y de la paz.
De ahí vuestro compromiso evangelizador; vuestra misión de ser luz para iluminar a quienes están en tinieblas. Habéis sido llamados para sentir dentro de vosotros y vivir con todas las consecuencias el lema de San Pablo, que se os convierte en examen cotidiano: «¡Ay de mí si nο evangelizare!» (1Co 9, 16).
Hasta aquí sus palabras amigas que resuenan desde la eternidad hacia lo más profundo de nuestro corazón. “Habéis sido llamados para sentir dentro de vosotros y vivir con todas las consecuencias el lema de San Pablo, que se os convierte en examen cotidiano: «¡Ay de mí si nο evangelizare!”. Nos encomendamos a tu intercesión querido papa santo y nos encontramos la semana que viene para seguir dialogando contigo en la fe: san Juan Pablo II. ¡Bendiciones!
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